Entonces están aquellos que esconden sus secretos de por vida, aquellos que les duele sincerarse y crean subterfugios para tapar sus confesiones.
El amor es claro, es evidente y cuando intentamos ocultarlo, se rebela y sale hasta por los poros de nuestra piel, no importa que; y así, enterándose aquellos de quienes temiamos una opinión contraria a nuestros sentimientos.
Mi intuición me dice que debo decirle, que no hay mejor manera de vivir que transparentándose uno mismo y viviendo como santos en túnicas blancas, libres de culpa.
Fuimos infieles, mentimos, fornicamos y que se hace ahora luego que el daño está hecho, la única respuesta que se me ocurre es tirar las cartas sobre la mesa, listos para perder porque sabemos que la mano de los demás es mejor, al menos esta vez.
Y luego vivir a partir de ahí, cambiar como personas para el mundo y caminar a partir de nuestra última huella y no borrarla como si nunca hubiesemos pisado allí.